sábado, 7 de diciembre de 2013

Imperialismo de ideas

     

Imperialismo de Ideas
Por: Arevalo García    

 Una de las tantas cosas que dice Eduardo Galeano en el prologo de su famoso libro Las Venas Abiertas de América Latina son estas dos cosas muy esenciales para entender las realidades de nuestro mundo –y más importante aún, para entender nuestro papel como nación venezolana en esta tierra, la función coyuntural en la que el devenir histórico nos ha colocado-. El primer comentario que llama mi atención es este:

“se ha oído hablar de concesiones hechas por América Latina al capital extranjero, pero no de concesiones hechas por los Estados Unidos a otros países”

     Y entendamos la relación de los Estados Unidos y el imperialismo, en esta breve reflexión, no en base a una óptica fanatista, sino apreciando el amplio y transportado concepto de imperialismo: no es atributo absoluto de la América del Norte, sino una condición emanada de las situaciones económicas que colocan a dicho circulo por encima de otro, es por esto que mañana quizá amanezca Venezuela vestida de imperialismo, ojala que no. Pero centrándonos en la idea que quiero tratar, volvamos al texto original. 

     Hablamos de la nueva táctica imperialista, con la misma filosofía, pero con medios sofisticados, ya no es el concepto romanticista sobre la gloria paternal y la supremacía casi espiritual sobre el mundo, al menos el imperio Marcoaureliano se fundaba no solo en la masacre y saqueo, sino en establecer una conducta social basada en lo moral e intelectual en el territorio dominado. Es en nuestros tiempos el acto y el fin imperialista mas desnaturalizado que antes, la idea de que los pueblos del mundo son minas que deben explotarse es la concepción imperante del presente centro imperial.

 Es el dinero el todo. Noam Chomsky comenta el nuevo método de la guerra: una vez efectuado el acto velico, es hora de que las industrias trasnacionales tomen los recursos y puntos geográficos estratégico para hacer cumplir el concepto de pueblo mina (Hegemonía o Supervivencia, Noam Chomsky, pagina. 89). Es una verdad demasiado evidente para dedicar tanta palabrería, pero es precisamente la razón por la cual no es factible que los Estados Unidos den concesiones comerciales o económicas a los pueblos “tercermundistas” en sus tierras: es muy casual observar las cedes de las tras-nacionales en nuestros suelos, y ver explotar los recursos de una nación de forma “legal”, pero nunca –al menos por un buen tiempo- se verá o se ha visto una industria cubana, boliviana o venezolana explotando los recursos norte americanos, una mina no puede tener facultad para realizar nada, una mina se somete al explotador, no puede crear desarrollo para sus partes, ni siquiera considerar su situación, ya que el minero impide todo renuevo de reflexión o acción reivindicante, y filosóficamente una mina es algo muerto. Por ende es impensable que la industria de algunos pueblos explote el recurso norte americano.

     El otro comentario que hace Galeano es que allá por 1913, el presidente norteamericano Woodrow Wilson –hablando de las políticas económicas internacionales – dijo: “un país es poseído y dominado por el capital que en él se haya invertido” es esto toda una maquinaria que al prenderla es muy difícil apagar, el prenderla implica una serie de acciones políticas y persuasivas, donde convergen aspectos culturales y económicos. Podría decirse que el doctor Indalecio Liévano Aguirre describe este encendido maquinal en su libro Bolivarismo y Monroísmo. En el caso principal latinoamericano de Venezuela, Bolívar es creador de una magna obra continental que no coincidió con el encendido conceptual de “pueblos mina”, la emancipación bolivariana era antagónica a un proyecto únicamente capitalista mas imperialista. Venezuela no se funda como nación propiamente dicha, sino que desde sus primeros pasos republicanos ya era vasalla de los interés extranjeros, desde el ismo de panamá hasta ahora; pudo más el conformismo colonial asentado en las cómodas conciencias de la burguesía que el progresista y revolucionario pensamiento bolivariano, llamando esencialmente a embarcarnos en estructural y dar cumplimiento a la utopía robinsoniana: al copiar los modelos o permitir el establecimiento del modelo extranjero, corremos el riesgo de ser dominados por la medida de inversión extranjera que se nos haya hecho, más aun cuando es una nación con ventajas económicas,  intelectuales, tecnológicas y científicas que están ubicados allí por razones históricas, y que además  parte de un pensamiento monroista. Todas las acciones que neutralizaron las posibles empresas bolivarianas fueron el combustible que encendieron el desarrollo y fortalecimiento del imperialismo capitalista norteamericano, no es primera vez que las fuerzas escogen el mal camino, me refiero a las latinoamericanas.

      Tenemos el caso de cuba, la inversión velica que se hizo en sus suelos por la defensa contra España debe ser pagada con la sumisión y absorción de recursos por parte del estado norteamericano, tenemos el caso de chile, donde la nacionalización de industrias explotadoras de recursos chilenos no era beneficiosa para la economía norteamericana, y claro, tenemos el caso venezolano, donde, si bien la industria petrolera desde los inicios fue vasalla del extranjero, y que siempre se observo cómo la provincia más mansa y sumisa del dominio norteamericano, si existía un pueblo sufriente de la imposición del concepto “pueblo mina”  de la cual surge la revolución que hasta ahora quiere ser apagada, pero todos estos hechos responde a la desobediencia del argumento bolivariano: si la América es original sus instituciones deben ser originales, adaptadas a sus particularidades, no podemos copiar o permitir que se nos de forma; y de una óptica auto critica izquierdista, Mariátegui dirá que no podemos ser calco y copia de lo extranjero, sino innovación propia, nacionalista, adaptada a nuestras necesidades.

     Evidentemente estas reflexiones pueden extenderse por muchas páginas más, además de que este libro del cual analizo estos comentarios contienen una carga documental histórica grandiosa y valiosísima, no como lo describió la profesora de la Facultad Experimental de Arte de la Universidad del Zulia, Cecilia Hernández: “!historia pasada de moda¡”. La tarea más importante que tiene Venezuela, Latino América y el mundo es reflexionar de manera –como diría Mao en sus 5 tesis- general para entender las particularidades, las realidades que nos atañen, esto evidentemente seria un desarrollo cultural e intelectual de los venezolanos –en este caso- y para ello necesitamos ver los promotores de las plataformas o medios que nos comunican día a día que debemos ser, que debemos creer y que demos hacer, estos promotores por medio de estas plataformas gestionan día a día una distracción transculturisadora a la posible reflexión social. Cada una de estas plataformas debemos identificarlas en nuestro entorno social, y nos daremos cuenta que están posicionadas de todos los aspectos sociales: en el alimenticio, en el farmacéutico, educativo, en la moda, comercio, entre otros, en todos estos aspectos sociales podemos identificar los logos, imágenes o iconos que representan a un pensamiento culturizador, meramente capitalista que si andamos en función de esto, enriquecemos al final a la nación extranjera.

     La ausencia de estas marcas no nos deben llevar a la desesperación, recordemos que nuestro fundadores hace tiempo llamaron a la creación de instituciones y medios propios, en todas las áreas del estado, estas ausencias nos deben llevar a la reflexión y a la auto gestión, al auto abastecimiento, es decir, que podemos crear nuestras industrias, nuestras marcas y nuestros suplementos, y es que tenemos una oportunidad preservada solo para nosotros: podemos fundar una nación sobre principios que, como los llamo Simón Rodríguez como nuestra principales necesidades: MORAL Y LUCES. Dos términos de los cuales hay mucho que pensar, y para ello aun nos debemos cuidar de conceptos filosófico que terminan en un antagonismo total para los procesos necesarios que conlleven a una nación desarrollada en el aspecto moral, material, espiritual e intelectual. 

     Recordemos que los procesos independentistas no llevan implícito caracteres como equilibrio, tranquilidad o hasta prosperidad, el significado de independencia nos denota que dejamos algo por otra cosa, ese cambio implica en ocasión tiempo de sacrificio, tiempo de trabajo, de fundación, de creación e innovación, el tiempo de Venezuela por ahora no es para la nostalgia y lamentación, es para la proyección y el optimismo, es de trabajo y levantamiento, es de formación y aporte, de protección y amor. En esto deberían estar enrumbadas todas las partículas de esta patria.


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