Imperialismo de Ideas
Por: Arevalo García
Una de las tantas cosas que dice Eduardo Galeano en el
prologo de su famoso libro Las Venas Abiertas de América Latina son estas dos
cosas muy esenciales para entender las realidades de nuestro mundo –y más
importante aún, para entender nuestro papel como nación venezolana en esta
tierra, la función coyuntural en la que el devenir histórico nos ha colocado-. El
primer comentario que llama mi atención es este:
“se ha oído hablar de concesiones hechas por América Latina
al capital extranjero, pero no de concesiones hechas por los Estados Unidos a
otros países”
Y entendamos la relación de los Estados Unidos y el
imperialismo, en esta breve reflexión, no en base a una óptica fanatista, sino
apreciando el amplio y transportado concepto de imperialismo: no es atributo
absoluto de la América del Norte, sino una condición emanada de las situaciones
económicas que colocan a dicho circulo por encima de otro, es por esto que
mañana quizá amanezca Venezuela vestida de imperialismo, ojala que no. Pero
centrándonos en la idea que quiero tratar, volvamos al texto original.
Hablamos de la nueva táctica imperialista, con la misma
filosofía, pero con medios sofisticados, ya no es el concepto romanticista
sobre la gloria paternal y la supremacía casi espiritual sobre el mundo, al
menos el imperio Marcoaureliano se fundaba no solo en la masacre y saqueo, sino
en establecer una conducta social basada en lo moral e intelectual en el territorio
dominado. Es en nuestros tiempos el acto y el fin imperialista mas
desnaturalizado que antes, la idea de que los pueblos del mundo son minas que
deben explotarse es la concepción imperante del presente centro imperial.
Es el
dinero el todo. Noam Chomsky comenta el nuevo método de la guerra: una vez
efectuado el acto velico, es hora de que las industrias trasnacionales tomen
los recursos y puntos geográficos estratégico para hacer cumplir el concepto de
pueblo mina (Hegemonía o Supervivencia, Noam Chomsky, pagina. 89). Es una
verdad demasiado evidente para dedicar tanta palabrería, pero es precisamente
la razón por la cual no es factible que los Estados Unidos den concesiones
comerciales o económicas a los pueblos “tercermundistas” en sus tierras: es muy casual observar las cedes de las tras-nacionales en nuestros suelos, y ver explotar
los recursos de una nación de forma “legal”, pero nunca –al menos por un buen
tiempo- se verá o se ha visto una industria cubana, boliviana o venezolana
explotando los recursos norte americanos, una mina no puede tener facultad para
realizar nada, una mina se somete al explotador, no puede crear desarrollo para
sus partes, ni siquiera considerar su situación, ya que el minero
impide todo renuevo de reflexión o acción reivindicante, y filosóficamente una
mina es algo muerto. Por ende es impensable que la industria de algunos pueblos
explote el recurso norte americano.
El otro comentario que
hace Galeano es que allá por 1913, el presidente norteamericano Woodrow Wilson
–hablando de las políticas económicas internacionales – dijo: “un país es
poseído y dominado por el capital que en él se haya invertido” es esto toda una
maquinaria que al prenderla es muy difícil apagar, el prenderla implica una
serie de acciones políticas y persuasivas, donde convergen aspectos culturales y
económicos. Podría decirse que el doctor Indalecio Liévano Aguirre describe
este encendido maquinal en su libro Bolivarismo y Monroísmo. En el caso principal
latinoamericano de Venezuela, Bolívar es creador de una magna obra continental
que no coincidió con el encendido conceptual de “pueblos mina”, la emancipación
bolivariana era antagónica a un proyecto únicamente capitalista mas
imperialista. Venezuela no se funda como nación propiamente dicha, sino que
desde sus primeros pasos republicanos ya era vasalla de los interés
extranjeros, desde el ismo de panamá hasta ahora; pudo más el conformismo
colonial asentado en las cómodas conciencias de la burguesía que el progresista
y revolucionario pensamiento bolivariano, llamando esencialmente a embarcarnos
en estructural y dar cumplimiento a la utopía robinsoniana: al copiar los
modelos o permitir el establecimiento del modelo extranjero, corremos el riesgo
de ser dominados por la medida de inversión extranjera que se nos haya hecho,
más aun cuando es una nación con ventajas económicas, intelectuales, tecnológicas y científicas que
están ubicados allí por razones históricas, y que además parte de un pensamiento monroista. Todas las
acciones que neutralizaron las posibles empresas bolivarianas fueron el
combustible que encendieron el desarrollo y fortalecimiento del imperialismo
capitalista norteamericano, no es primera vez que las fuerzas escogen el mal
camino, me refiero a las latinoamericanas.
Tenemos el caso de cuba,
la inversión velica que se hizo en sus suelos por la defensa contra España debe
ser pagada con la sumisión y absorción de recursos por parte del estado
norteamericano, tenemos el caso de chile, donde la nacionalización de
industrias explotadoras de recursos chilenos no era beneficiosa para la
economía norteamericana, y claro, tenemos el caso venezolano, donde, si bien la
industria petrolera desde los inicios fue vasalla del extranjero, y que siempre
se observo cómo la provincia más mansa y sumisa del dominio norteamericano, si
existía un pueblo sufriente de la imposición del concepto “pueblo mina” de la cual surge la revolución que hasta
ahora quiere ser apagada, pero todos estos hechos responde a la desobediencia
del argumento bolivariano: si la América es original sus instituciones deben
ser originales, adaptadas a sus particularidades, no podemos copiar o permitir
que se nos de forma; y de una óptica auto critica izquierdista, Mariátegui dirá
que no podemos ser calco y copia de lo extranjero, sino innovación propia,
nacionalista, adaptada a nuestras necesidades.
Evidentemente estas
reflexiones pueden extenderse por muchas páginas más, además de que este libro
del cual analizo estos comentarios contienen una carga documental histórica
grandiosa y valiosísima, no como lo describió la profesora de la Facultad
Experimental de Arte de la Universidad del Zulia, Cecilia Hernández: “!historia
pasada de moda¡”. La tarea más importante que tiene Venezuela, Latino América y
el mundo es reflexionar de manera –como diría Mao en sus 5 tesis- general para
entender las particularidades, las realidades que nos atañen, esto
evidentemente seria un desarrollo cultural e intelectual de los venezolanos –en
este caso- y para ello necesitamos ver los promotores de las plataformas o
medios que nos comunican día a día que debemos ser, que debemos creer y que
demos hacer, estos promotores por medio de estas plataformas gestionan día a
día una distracción transculturisadora a la posible reflexión social. Cada una
de estas plataformas debemos identificarlas en nuestro entorno social, y nos
daremos cuenta que están posicionadas de todos los aspectos sociales: en el
alimenticio, en el farmacéutico, educativo, en la moda, comercio, entre otros,
en todos estos aspectos sociales podemos identificar los logos, imágenes o
iconos que representan a un pensamiento culturizador, meramente capitalista que
si andamos en función de esto, enriquecemos al final a la nación extranjera.
La
ausencia de estas marcas no nos deben llevar a la desesperación, recordemos que
nuestro fundadores hace tiempo llamaron a la creación de instituciones y medios
propios, en todas las áreas del estado, estas ausencias nos deben llevar a la
reflexión y a la auto gestión, al auto abastecimiento, es decir, que podemos
crear nuestras industrias, nuestras marcas y nuestros suplementos, y es que
tenemos una oportunidad preservada solo para nosotros: podemos fundar una
nación sobre principios que, como los llamo Simón Rodríguez como nuestra principales
necesidades: MORAL Y LUCES. Dos términos de los cuales hay mucho que pensar, y
para ello aun nos debemos cuidar de conceptos filosófico que terminan en un
antagonismo total para los procesos necesarios que conlleven a una nación
desarrollada en el aspecto moral, material, espiritual e intelectual.
Recordemos que los procesos independentistas no llevan implícito caracteres
como equilibrio, tranquilidad o hasta prosperidad, el significado de independencia
nos denota que dejamos algo por otra cosa, ese cambio implica en ocasión tiempo
de sacrificio, tiempo de trabajo, de fundación, de creación e innovación, el
tiempo de Venezuela por ahora no es para la nostalgia y lamentación, es para la
proyección y el optimismo, es de trabajo y levantamiento, es de formación y
aporte, de protección y amor. En esto deberían estar enrumbadas todas las
partículas de esta patria.
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